Cada interacción tiene una intensidad y un alcance concreto
que la distingue de las otras, como se ha comentado con anterioridad. Por
ejemplo, sabemos que las fuerzas electromagnéticas y gravitatorias tienen un
alcance infinito, mientras que las otras dos se reducen al ámbito nuclear. Pues
bien, cuando el alcance es infinito los cálculos exigen que la partícula virtual
de intercambio, también llamada bosón, tenga masa nula.
Esto es lo que le sucede al fotón y al hipotético gravitón.
Mientras menor sea el alcance, mayor es la masa requerida para el bosón de la
interacción. Por eso, los bosones mayores corresponden a las fuerzas débiles,
las de menor alcance.
Un símil puede ayudar a
entenderlo: si dos personas se
intercambian un objeto grande, como un saco de cemento, han de estar muy cerca.
Por el contrario, si el objeto es pequeño, como una canica, se lo podrán pasar
una a otra aun cuando estén alejadas. Por consiguiente, es evidente que todas se
pueden explicar bajo un marco común, es decir, dos partículas materiales, con mayor
o menor estabilidad según el caso, interaccionan mediante el intercambio de una
partícula virtual, de existencia efímera. La intensidad de cada tipo de fuerza
se explica según la masa de la partícula de intercambio y la constante de
acoplamiento.
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